miércoles, 16 de diciembre de 2015

Delirios y entre notas

"Y tú sientes a pesar de las hostias.
Y eso merece por lo menos un brindis que se estará haciendo en alguna parte del mundo en este momento.
Si no vives con corazón de poco sirve." W.

De esto que te aprieta el alma, igual por todos los errores que has cometido y decides desaparecer, perderte, para cambiar, dejar de ser tu y encontrarte en los mas hondo de una soledad que se antoja demasiado ocupada. Como para atenderte. pido un bis conmigo, a ver que surge.
Me diste un beso de pelicula y adelantaste a los créditos.

Asumo que soy más bonito en voz que en persona.

Entre mi entierro y tus alas
Podría escribir un manual sobre como hacer el gilipollas.
y el silencio en tantos brazos 
decir adiós en un papel.

Delirios y entre notas de una cabeza a demasiadas revoluciones, o un pecho en reformas. 

martes, 8 de diciembre de 2015

Palabras



Las palabras no son materia que pueda mecer el viento
siempre hemos estado equivocados.
Solo son eso, palabras
alivian y duelen,
abrasan, arraigan e incluso echan raíces
cuando provienen de quien puede ahogarnos.
Y “menos mal que con los rifles no se matan las palabras”.

“Si nunca escuchas nada y yo gritando hasta dejarme la voz”
Te echo de menos,
cuatro palabras
salvavidas hecho frase, que se hace de rogar en tu orilla
y apenas me quedan hielos.

Las palabras no crean insomnio
es quien las dice o deja de.

¿Sabes? Asumo que soy más bonito en voz, que en persona.
Y parece que ser feliz tiene obsolescencia programada,
pero que bien suena eso de
“donde el tráfico sea de risas y tu boca una autopista frente a un atardecer”.

Supongo que es cuestión de prioridades, eso ha sido siempre,
yo no soy, y nunca aprenderé a ordenar las mías.
Muero pensando para quién escribes,
afirmando que eres la resaca más bonita que he tenido.

Hipocresía es pensar que duele más el silencio
que unas palabras vacías, mientras marco tu número
a la espera de que salte el buzón y no tener cojones a pronunciar palabra
o quedarme sin ellos dándome cabezazos contra tus corazas, a la espera
de encontrar luz en una mínima grieta.

Quedarme a vivir en el vértigo, mientras enmudezco gritando mi canción favorita, y callo susurrando a un folio lo realmente importante.
Hace tiempo, el mismo, me hizo dejar de confiar en eso de pedir deseos, y desde que llegaste huracán, soplo cigarros pidiéndote un rato más, que todo contigo me sabe a poco, y en nada, me has llenado de vida.
Y sí, me siento gilipollas, no se hacerlo bien y eso de aprender a bailarte me está cobrando un par de años de la mía, y aun así no pienso huir, mi cabezonería y tu asentir a lo bueno de mis ganas de tu espalda, ojala pronto nuestro bis y matemos la cordura, un baile en nuestra guerra, que mi almohada añora tu olor y mi barba los enredos de tu pelo.

Éxtasis al ahogarme en tu boca y no entre más palabras,
Hasta reventar todo resquicio de trinchera,
Tengo más versos que escribirte en la espalda
Que deudas tienen tus costillas con mis yemas.


Y pienso endeudarnos hasta quedarme sin huella dactilar. 
                Como un "no pienso despedirme de ti" 
frente a las vías de casa de campo.
Que tienes las palabras llenas de besos, y yo me muero de ganas.

martes, 1 de diciembre de 2015

1:35

Hoy va de mí, no es poesía, nunca lo es, y seguramente no sea bonito, tampoco lo intento. Hoy quizás sea el desangre llevado a su máximo exponente, o quizás una triste carta más a mi yo de ayer, o de mañana, o quizás sea eso, que nunca sea hoy.
Hoy el mundo ha podido conmigo, el pensar me ha golpeado todas las costuras abriendo viejas cicatrices, ya lo escribí hace tiempo, el vértigo no es la caída, sino la distancia de la boca al suelo una vez te has levantado.  He tragado versos que me han derribado las costillas poniendo patas arribas la poca firmeza que me queda.
Me he puesto una lista de reproducción con Andrés y Mariscal, y noto como tiembla el suelo bajo mis pies. Acostumbro a dar todo para ser un nadie cualquiera, “la suerte es una ramera de primera calidad” y acostumbro a pagar en carnes.
“Voy empeorando por momentos y me pierdo, intento de nuevo levitar sin más” como buscar el huracán que arrase las arenas de un reloj, en horizontal. Sangro por no reír, ya sudo todo lo que lloro y por placer, follo menos de lo estipulado en los derechos humanos. “Ya me he dado cuenta que no paro de fallar”, y la culpa es solo mía.
Sinceramente, no se cuanto más darán de sí mis versos, o cuantas bofetadas de trenes más aguantara mi cara, ni cuantos pisotones mis pies mientras aprendo a bailar.
Estoy cansado de cruzarme con el espejo y ver reflejado un gilipollas en mayúsculas y negrita, cuando aprenderás me dice, cuando aprenderás a coger las riendas de tu vida, y no regalarla por versos de dos duros.
Cuando vas a cambiar… prometo no olvidarme de quien soy, pero prometo no dar nada, para quien soy nada.

Mientras corre la tinta veo mi sangre llenar el tintero, me laten los dedos y se frustra la esperanza “de volver al mundo del cigarro de después”, de crecer en los columpios y madurar frente a un nesquik mientras mi abuela me hace un jersey, y que mi cuaderno sea de mates, y no un guion con las 1001 mejores formas de fracasar.