domingo, 20 de julio de 2014

1001 razones, para estar a favor de la eutanasia.

Hacía cuanto de esas dudas
de un ¿qué me pongo? ¿ le gustará?
hacía cuanto que él no tenía
ese nerviosismo quinceañero
que decide bailar y corretear vestido
de una decena de nudos con alas
por el estómago, dibujando sonrisas nerviosas.

Me visto de bueno o de malo
me ves de una pieza
o con la cabeza hecha un laberinto (como siempre)
con todos y cada uno
de sus jodidos rincones, pasillos y esquinas y recovecos
sin fauno, pero con una fauna de historias
bastante jodidas, cuidado, no te metas demasiado
que puedes engancharte.

En el fondo ambos lo teníamos claro
ella quería verme morir, y yo
yo buscaba un suicidio sin previo aviso
jugármela para acabar vencido con el roce
de sus labios sabor a venganza
contra la luna y su forma
de reírse de mi al ponerse
un suicidio para acabar tan empapado al jugarte el cielo
que entre los versos
y mis yemas
correteando por los lunares de tu espalda
y aquel tan mono de tu cadera
parasemos el tiempo

Y nos fallamos
después de que el aroma a sangre
de mi boca
perfumase la Riviera
nos moríamos de ganas
te besé, nos mordimos
y por diez segundos,
todas y cada una de mis caricias
dejaron de bailar solas.

Hay que joderse cuanto nos gustó quemarnos
como me gusto jugar con tus lunares
y acariciarte
a partes iguales
la oreja y debajo de la pierna
cientos de abrazos, de miradas
y 1001 razones, para estar a favor de la eutanasia.

Pero como no
la puta realidad toco
un rompan filas
cuando menos nos lo merecíamos
te desdibujo esa sonrisa tan jodidamente preciosa
y el, nunca se sintió tan mal
después de un suicidio tan dulce.

Y al caer yo en la cuenta
empecé a notar los aullidos que me porfiaba la tierra
deambulando por Madrid como perro herido
acongojado
por la inmensidad de sus personas y edificios.
me prometí, si
me prometí a sabiendas de lo que eso significa
no volver a suicidarme
hasta que un día sus labios
y lunar tan mono de su cadera
puedan ser míos
por que no me permito
que una sonrisa así
no este de cara al público

Y no
no paramos el tiempo mas que cuando nos quemamos
y fue tan bonito
que le dimos tanta pena
que se levantó Madrid
llorando
a la mañana siguiente

por todos sus rincones.