Camuflamos más de un beso en miradas
Perdidas del alcance de impropios
A la causa
Me declaro un adepto más de tu cintura
Como gorrión padeciente de vértigo haciéndote nido
Sobre la punta de tu nariz con retales
De versos que nos guardamos
En el tintero del porvenir
Y tu ombligo como oasis del que alimentarse
En medio de un desierto abolidor
Del régimen de caricias esperadas.
Ay tus labios
Gotas de lluvia sobre marea de aguardiente
Riendas de crines negras transeúntes
De la ciudad de los gitanos
Cuando la luna me sabe a poco
Y decido beberte a tragos de chupito
A morro, sin complejos ni vasos
Y marea tiembla por sus insípidas letras
Al mirar la poesía que dibujan tus facciones.
A cuantas rubias nos encontramos
De que cierre los ojos y me suicide en tus labios
Lanzando un órdago sin pedir permiso ni perdón
Hacerte paredón de versos
Colocarte entre espalda y pared.
Yo, otro más de entre tantos al que odiar en primavera o abrazar
en noches de invierno y perderse por
Malasaña
En cualquiera de las coloridas entrañas del barrio, en el
que no hace falta que caiga el sol, para que se ponga la poesía.